El suelo de Europa se está perdiendo y degradando. Aproximadamente el 70% de los suelos europeos están grave o moderadamente degradados por la compactación, la contaminación, la erosión y la pérdida de materia orgánica, a pesar de ser el responsable del 95 % de nuestros alimentos.
En un solo gramo de suelo fértil, hay hasta cien millones de bacterias, acompañadas de cientos de hongos y seres microscópicos. Y que sigan existiendo es clave para la vida: la alimentación depende de que estos suelos estén sanos y vivos, ya que proporcionan el 95% de los alimentos que producimos.
Por eso, Global Nature participa en el proyecto InBestSoil que pretende proporcionar datos, pruebas, herramientas y modelos para evaluar cómo la inversión en la salud del suelo puede contribuir hacia un uso resiliente y sostenible que nos permita recuperar y mantener vivos esos suelos en los que crecen nuestro sustento. En concreto, este proyecto es parte de la “misión suelo”, de la Unión Europa, esto es, el nuevo instrumento que pretende ampliar la participación de empresas, ONG, universidades, administraciones públicas y organizaciones agrarias con el objetivo de amplificar los resultados contribuyendo, en este caso, a la inversión en la salud del suelo en toda Europa. De hecho, la Dehesa El Baldío de Fundación Global Nature es uno de los lugares elegidos para llevar a cabo las experiencias piloto sobre el terreno, lo que se denomina “lighthouse”, es decir una finca de referencia en la zona mediterránea.
“En Global Nature estamos convencidos de que mirar al suelo es clave para la recuperación de la naturaleza, para afrontar la actual crisis ambiental y para la transformación hacia nuevos modelos de agricultura regenerativa que trabajen a favor de la biodiversidad y no a costa de ella. Con datos de la UE sabemos que la degradación del suelo cuesta más de 50.000 millones de euros al año sólo en la UE, y que el coste global oscila entre 5 y 8 billones al año”, explica la técnica de Global Nature Ana Martínez, parte de este proyecto.
“Durante los últimos 5 años la finca ha estado en un plan de mejora continua con actividades como el manejo de pastos y el pastoreo rotacional, lo que ha permitido mejorar la calidad del suelo de algunas zonas de la finca en términos de producción y biodiversidad, especialmente en la cerca de 6ha del total de 230ha de la finca que será monitoreada con este proyecto”, añade la técnica, para quien el objetivo también es continuar con la mejora del suelo y aumentar la producción autosuficiente.
“En los documentos de trabajo tenemos objetivos claros para, por ejemplo, las empresas que deben determinar cómo sus acciones dependen del suelo y ejercen un efecto (positivo o negativo) sobre la salud del suelo. Resulta esencial cambiar la forma de pensar respecto al suelo y empezar a considerarlo como una oportunidad de inversión en servicios de alta calidad, como productos sanos, agua y aire limpios y hábitats adecuados para la biodiversidad. Para ello, por ejemplo, debe mejorar la comunicación entre la comunidad científica y el mundo empresarial”, añade.
nBestSoil arrancó en 2022 y reunirá, durante cuatro años a un equipo multidisciplinar de edafólogos, agrónomos, economistas aplicados, expertos empresariales, empresas, agricultores, organismos públicos, PYME consultoras y expertos en la participación de las partes interesadas y en actividades de comunicación y difusión, para dar valor económico a los servicios de los ecosistemas del suelo y desarrollar nuevos modelos de negocio asociados a su salud.
InBestSoil es un proyecto financiado por la Unión Europea a través del programa Horizon Europe que trata de cambiar la percepción de la salud del suelo mediante el desarrollo de un sistema de valoración económica integrado en los modelos de negocio.
El proyecto cuenta con la participación de veinte socios de diez países europeos cuyo objetivo es crear una metodología estable para medir los servicios ecosistémicos que presta un suelo sano, así como los impactos recibidos. Esto permitirá a las organizaciones públicas y privadas dar valor económico a sus acciones sobre la salud del suelo, diseñar estrategias con sus socios locales y trabajar colectivamente para cumplir con la legislación nacional y europea en materia de suelos, pero también promover otras políticas e incentivos para facilitar la inversión en la salud del suelo.
¿Por qué suelos vivos?
Una cuarta parte de la biodiversidad mundial está en el suelo. Estos seres diminutos son base para la existencia del resto animales y plantas del planeta, son los responsables de mantener los ciclos de nutrientes, descomponen la materia orgánica, desempeñan un papel clave en el suministro de agua limpia, permiten aumentar la resiliencia frente a las inundaciones y la sequía y mantienen a raya enfermedades y plagas del suelo, entre otras funciones imprescindibles.
Y toda esa biodiversidad necesita una tregua ante la degradación que en los últimos años está sufriendo el suelo. Sin esa vida, los suelos, que sustentan nuestros agroecosistemas, se mueren.
“Recientemente, tuvimos una sesión conjunta de los socios de InBestSoil acerca de los monitoreos que se van a realizar con respecto a diversos indicadores de los distintos servicios ecosistémicos de un suelo sano, con la intención de evaluarlos económicamente. Ya se ha comenzado con las primeras tomas de muestras de suelo con las que hará una comparativa entre un suelo degradado y un suelo mucho más recuperado gracias a la ganadería extensiva con pastoreo rotacional. En dichas muestras se analizarán características fisicoquímicas, contenido en carbono o actividad microbiológica entre otras”, explica Ana Martínez.
Las causas de la degradación del suelo son variadas: desde acción de factores naturales como el cambio climático, a las actividades humanas, como la agricultura, o la falta de prioridad en su cuidado y valor. De hecho, la salud del suelo sigue considerándose como un concepto abstracto que no se puede cuantificar y que resulta muy difícil de introducir en el ámbito empresarial y financiero.
Fuente: Fundación Global Nature.