Un estudio de la UGR revela que la constitución de los bosques podría tener un papel determinante en la transmisión de enfermedades como la malaria aviar

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Un estudio liderado por la Universidad de Granada (UGR) ha revelado que la estructura y composición arbórea de los bosques podrían tener un papel determinante en la transmisión de enfermedades como la malaria aviar. Su trabajo, publicado en la revista Parasitology, señala que la presencia de mosquitos capaces de transmitir estas enfermedades está fuertemente influenciada por el tipo de hábitat donde se encuentran sus hospedadores, las aves.

Las dos formaciones boscosas de Sierra Nevada donde se llevó a cabo el estudio. Izquierda: robledal, donde la abundancia de Culicoides fue mayor. Derecha: bosque mixto de encinas y robles, donde la abundancia fue menor. Fotografías de Jorge Garrido Bautista.

Los investigadores han descrito por primera vez la presencia de la especie Culicoides reconditus en la Península Ibérica, y destacan el alto valor ecológico de Sierra Nevada como enclave de especies de insectos. Los Culicoides son uno de los mosquitos más pequeños del mundo. Con una longitud de pocos milímetros, las hembras de Culicoides, el único sexo que se alimenta de sangre, son capaces de transmitir numerosos parásitos sanguíneos a los animales de los que se alimentan, principalmente mamíferos y aves. Entre los muchos patógenos que transmiten destacan, por su importancia económica en el sector ganadero, el ‘virus de la lengua azul’ o el ‘virus de Schmallenberg’. Sin embargo, los Culicoides también transmiten parásitos similares a los de la malaria a las aves.

En este estudio, liderado por investigadores de la UGR, y con la colaboración de científicos del CIBER de Epidemiología y Salud Pública, la Universidad Checa de Ciencias de la Vida, la Universidad de Alicante y la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC), los científicos han capturado estos insectos en nidos de herrerillo común durante tres años consecutivos y en dos tipos de bosque en el Parque Nacional de Sierra Nevada, que difieren en su estructura y composición arbórea.

Así, en el estudio se capturaron insectos pertenecientes a cinco especies de Culicoides, donde su abundancia vino determinada por el tipo de bosque. “Hemos encontrado que la abundancia de estos insectos hematófagos está fuertemente influenciada por el tipo de hábitat donde se encuentran sus hospedadores, las aves. Por ejemplo, los herrerillos que criaron en robledales con escasa cobertura arbórea fueron más afectados que aquellos que nidificaron en bosques más diversos y húmedos, ya que en los nidos de los primeros se capturaron más Culicoides que previsiblemente entrarían a picarles” señala Jorge Garrido, investigador del departamento de Zoología de la UGR y autor principal del trabajo.

Culicoides reconditus, una de las cinco especies de Culicoides encontradas en Sierra Nevada

Los Culicoides son conocidos vectores de los parásitos sanguíneos Haemoproteus, causantes de un tipo de malaria aviar. Diferencias en la abundancia de Culicoides entre hábitats, por lo tanto, pueden causar diferencias en la cantidad de parásitos en las aves. “Si en un bosque el número de vectores es mayor y en los nidos de las aves entran más Culicoides, es de esperar que la presencia de parásitos causantes de la malaria aviar también se vea afectada”, continúa Garrido.

Los investigadores, además, han encontrado en los nidos de estas aves la nueva especie Culicoides reconditus de “Los registros previos de esta especie son del norte de Europa y Europa central, pero no había sido observada antes en la Península Ibérica. Este hallazgo nos recuerda el enorme valor ecológico de Sierra Nevada, que actúa como refugio climático para numerosas especies de artrópodos, y ahora sabemos que también para esta especie de Culicoides”, concluye Garrido.