La pandemia es una oportunidad para redefinir la relación entre sociedad y naturaleza

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“Tan pronto como desaparecimos de las calles tras declararse el estado de alarma, vimos a muchos de nuestros vecinos más salvajes recorrerlas en libertad”, señala el profesor del Departamento de Biología Animal de la Universidad de Málaga, Jesús Olivero, quien asegura que, durante este periodo de confinamiento ante la pandemia de Covid-19 las ciudades se han convertido en “oasis efímeros” para los animales, aunque estas especies siempre han estado cerca de nosotros.

El aislamiento de las personas, sumado a una atmósfera más limpia –debido, sobre todo, a la reducción del tráfico y de las actividades industriales-  y a una menor contaminación acústica ha llevado a que la fauna silvestre abandone su hábitat y ‘visite’ territorio humano. Aunque, según el experto, no se trata de un cambio evolutivo, sino que, simplemente, los animales han percibido que había nuevos espacios disponibles “y se han lanzado a explorar”.

“Hemos tenido la oportunidad, única, de presenciar el hecho de que todas estas especies ya estaban aquí, conviviendo entre nosotros. Por tanto, ahora que somos conscientes de ello, debemos conseguir que lo sigan estando”, advierte este profesor de la Facultad de Ciencias, que, como casos más curiosos en Málaga, destaca la presencia de jabalíes en los Baños del Carmen, flamencos en la playa de la Misericordia, patos en las calles de Teatinos o cabras montesas en algunas urbanizaciones.

Mejora de la calidad del aire

Un informe realizado recientemente por la asociación Ecologistas en Acción, a partir de 129 estaciones de medición de 26 ciudades, informa de que la contaminación en España ha caído un 58 por ciento durante la cuarentena, experimentando la calidad ambiental una mejora sin precedentes.

En concreto, Málaga, de acuerdo a los Datos e Informes recogidos sobre la Calidad del Aire en Andalucía, presenta una reducción significativa de los valores de dióxido de nitrógeno (NO2) –uno de los contaminantes que emiten los vehículos junto a monóxido de carbono (CO) y partículas- durante los meses de febrero, marzo y abril de este 2020, alcanzando una disminución de hasta el 60 por ciento con respecto a las mismas fechas del pasado año, tal y como constata el  profesor Ingeniería Química de la Universidad de Málaga Luis J. Alemany.

Mejora de la calidad de las aguas

Igualmente, la reducción de la presión humana ha mejorado también la calidad de las aguas, tanto costeras como en las cuencas fluviales, proporcionando a las especies marinas un periodo no programado de tregua.

“Los vertidos derivados de actividades industriales, extractivas, agrícolas, ganaderas y urbanas se han reducido y, en consecuencia, la calidad del agua que llega a las costas es mejor”, explica el profesor de Ecología Enrique Moreno, coordinador de CEIMAR en la UMA, que añade que también en la zona litoral, la paralización o disminución de actividades como el turismo, el tráfico marítimo o la pesca, entre otras, ha redundado en una mejora del agua en numerosos ecosistemas costeros.

“El aumento del número de presas en la costa, así como la reducción de ruidos y accidentes que supone el tráfico marítimo, ha permitido que animales emblemáticos como cetáceos, tortugas y tiburones hayan podido acercarse más a nuestras playas y puertos. Las aves marinas también encuentran un ambiente más propicio para su vida, con aguas de calidad, pesca abundante y espacios litorales libres de presencia humana”, aclara Moreno.

Esta semana, con el inicio de la desescalada en España, el ritmo de las ciudades, que parecía detenido, empieza a sonar de nuevo. Desde algunas instituciones científicas ya están alertando de que la reducción de la presencia de personas en espacios abiertos, vivida durante el confinamiento, puede convertirse para muchos animales en una trampa ecológica, una falsa percepción de que las ciudades son lugares adecuados para vivir. “Está en nuestra mano que el entorno no vuelva a ser una amenaza para los animales”, coinciden los expertos.

En este sentido, Alemany sostiene que, en relación a la contaminación atmosférica, las emisiones aumentarán rápidamente a medida que se reanude la actividad humana, la producción industrial y la generación de energía. “La mejora de la calidad del aire por efecto de la pandemia no es una vía que procure alivio o sea parte de la solución a la crisis climática, no obstante, sí induce a ser más conscientes de cómo se puede proteger y lograr un entorno más limpio y saludable”.

Hacia un nuevo modelo inteligente, social y sostenible

Estamos, por tanto, ante una situación puntual, excepcional y transitoria, que no supone un cambio significativo en las tendencias globales de degradación ambiental, según el investigador Enrique Moreno, que advierte de que, si se quiere seguir con esta tendencia positiva fruto del aislamiento, se debe avanzar hacia un modelo de desarrollo social y sostenible.

La salida de la crisis sanitaria y económica debería ser una oportunidad para redefinir la relación entre las sociedades y la naturaleza”, reclama Moreno, que recomienda apostar por un modelo más inteligente, que priorice el bienestar humano y preservación de los ecosistemas.

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