La hormona de crecimiento, posible vía terapéutica en los trastornos del espectro autista

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Un equipo de la Universidad Pablo de Olavide, liderado por Rocío Leal Campanario, propone profundizar en el papel de los niveles de GH/IGF-1 sobre el cerebelo y el hipocampo en ratones modelo con autismo.

Un grupo de científicos de la Universidad Pablo de Olavide propone profundizar en la regulación de la hormona de crecimiento como posible vía terapéutica en los trastornos del espectro autista (TEA). Rocío Leal Campanario, de la División de Neurociencias, lidera esta línea de trabajo, que busca conocer las implicaciones de su uso como tratamiento sobre el hipocampo y el cerebelo. Dos regiones del cerebro con un rol importante, entre otros, sobre el aprendizaje, la memoria y la función cognitiva.

El foco de la iniciativa se sitúa sobre la hormona de crecimiento (GH) y, de manera especial, sobre el factor de crecimiento insulínico tipo 1 (IGF-1). Ambas actúan en eje, promoviendo el desarrollo cerebral y la plasticidad neuronal, además de su papel en otros tejidos y en los huesos.

Durante las dos últimas décadas, diversos estudios han trazado una relación entre la presencia de niveles anómalos de estas sustancias y el autismo. “Se han reportado niveles significativamente bajos de IGF-1 en el líquido cefalorraquídeo en niños con autismo, lo que daría una pista de su posible papel patogénico”, señala la investigadora.

En este sentido, apunta, “se ha observado un desarrollo no convencional del cerebelo en niños con autismo, lo que podría venir mediado por estos niveles anómalos de la hormona. Otros estudios han mostrado que el tratamiento con IGF-1 mejora las habilidades sociales en modelos ratones con autismo”.

Ante ello, los científicos de la UPO proponen la implantación de células productoras de GH/IGF-1 como vía para seguir profundizando en su posible relación con los TEA. Una fórmula que ya han ensayado con éxito en ratas modelo, donde se ha visto como éstas aprendían más rápido, de manera más eficiente y recordaban las tareas durante mucho más tiempo que el grupo de control.

En esa ocasión, junto al Instituto de Biomedicina de Sevilla (IBiS), el equipo de Rocío Leal utilizó un tumor hipersecretor inducido, que permitió ver una mejora en las funciones cognitivas (memoria y aprendizaje) y la eficacia sináptica. Los resultados, publicados en la revista Acta Physiologica, mostraban una aceleración en las etapas de la neurogénesis en el hipocampo adulto, favoreciendo la maduración de estas nuevas neuronas y mejorando su comunicación sináptica.

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