La hora del día influye en la aversión a un sabor que nos ha sentado mal

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Sección del cerebro de una rata que muestra (flecha en color rojo) la región del Hipocampo. La lesión en esta zona provoca que un cambio de hora entre pre-exposición al sabor y condicionamiento (es decir, la asociación entre sabor y malestar gástrico) no tenga efecto sobre la magnitud de la aversión al sabor (cambio de hora que sí tendría efecto con un hipocampo intacto).

Investigadores de las universidades de Granada y Huelva han demostrado mediante un estudio realizado con ratas, que la hora del día en la que nos exponemos a un sabor, puede influir en mayor o menor medida en la aversión o rechazo a ese sabor. Es decir, la hora del día (mañana o tarde) tiene una influencia directa sobre la magnitud de la aversión que se aprende cuando un sabor causa malestar gastrointestinal, esto es, cuánto lo aborrece nuestro organismo.

Y es que si entre la pre-exposición al sabor (es decir, haberlo probado previamente) y la asociación del sabor con el malestar se introduce un cambio temporal (esto es, se producen en momentos del día distintos, pasando bien de mañana a tarde o de tarde a mañana), la aversión que se aprende tras la exposición previa al sabor (denominada ‘inhibición latente’) se iguala a la que resulta cuando no hay exposiciones previas al sabor.

El autor de este trabajo, publicado en la revista Behavioural Processes, es Andrés Molero-Chamizo, investigador del Departamento de Psicobiología de la UGR y actualmente profesor en la Universidad de Huelva.

La aversión y rechazo a un sabor después de que éste cause malestar gástrico es un aprendizaje adaptativo de numerosas especies que ayuda a identificar los alimentos potencialmente tóxicos”, indica el investigador.

Así, si en un laboratorio, pre-exponemos a una rata a un sabor determinado que no le causa malestar (por ejemplo, la sacarina), y posteriormente hacemos que asocie ese mismo sabor con un malestar inducido (mediante inyecciones tóxicas que provoquen alteración y dolor de estómago, por ejemplo, con cloruro de litio), el aprendizaje de esta aversión gustativa es menor. Este proceso se conoce en el ámbito científico como ‘inhibición latente’.

Además, sabemos por estudios previos que si hacemos que ambas fases (la pre-exposición y la asociación de sabor y malestar al recibir una inyección tóxica) se produzcan a horas distintas del día, esta inhibición latente o aversión al sabor es menor.

“Lo que nosotros hemos probado en este estudio es si el efecto que tiene sobre la inhibición latente de la aversión gustativa un cambio de hora ocurre con cambios temporales en ambas direcciones, es decir, de la mañana a la tarde o de la tarde a la mañana”, apunta el autor.

Y, en efecto, los investigadores han comprobado que si entre la pre-exposición al sabor y la asociación del sabor con el malestar se introduce un cambio temporal (tanto de mañana a tarde como de tarde a mañana), la inhibición latente se reduce significativamente.

Aunque este estudio se ha realizado en ratas, los resultados obtenidos podrían tener importantes implicaciones para el ser humano, puesto que entender la influencia de la hora del día en la adquisición de aversiones a sabores que se producen en determinados trastornos (por ejemplo, durante el tratamiento quimioterapéutico o en trastornos alimentarios del tipo de la anorexia) puede ser de ayuda para explicar las patologías subyacentes y para la búsqueda de nuevos tratamientos para dichas enfermedades.

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