La crisis sanitaria modificará la formación, los hábitos y los cuidados

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La crisis sanitaria y económica a la que la sociedad se va abocada como consecuencia de la acción del COVID-19 variará notablemente políticas y comportamientos de la sociedad a corto y medio plazo, en especial en lo que se refiere al planteamiento de futuros retos similares a este, en los que la formación en todos sus niveles -académica, higiénica e incluso cultural- tiene mucho que decir a la hora de afrontarlos.

Así lo sostiene José Carlos Canca, técnico de la Unidad de Calidad de la Agencia Sanitaria Costa del Sol y profesor de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Málaga (UMA), para quien la Universidad tiene la posibilidad de liderar esos cambios.

Lavarse las manos

A juicio de este experto, si algo va a quedar impregnado en la ciudadanía una vez que se levante el confinamiento, es la concienciación. “El sector sanitario llevaba 50 años comunicando que lo más importante para evitar la transmisión de infecciones era lavarse las manos y pocos hacían caso. Parece ser que ahora ese mensaje ha calado”, señala.

Porque las medidas preventivas relacionadas especialmente con la higiene se van a mantener en el tiempo: lavar bien las manos y con frecuencia, utilizar soluciones hidroalcohólicas si falta jabón, estornudar en la flexión interior del codo… Y no solo a nivel doméstico, sino también profesional.

“Ahora está mucho más claro que es tan importante limpiar y desinfectar el teclado del ordenador a diario como vaciar una papelera”, continúa diciendo este experto en Salud, que también está convencido de que cambiarán sustancialmente los protocolos de limpieza de determinadas zonas y superficies.

Cambios en la formación sanitaria

La evolución de los infectados por el coronavirus ha puesto el foco en distintos aspectos de la atención sanitaria que se creían consolidados pero que ahora se tienen que “reposicionar”. Por ejemplo, en lo que se refiere a los enfermos crónicos, la población anciana o los procesos agudos. Según José Carlos Canca, la mayor afectación de estos sectores de la sociedad a consecuencia del virus “pone sobre la mesa la necesidad de replantear la formación de algunas materias que se imparten en las titulaciones de Enfermería, Fisioterapia o Medicina, ya que obliga a una atención distinta al paciente”. A su juicio, “necesitamos reorientar la asistencia sanitaria hacia el envejecimiento, los enfermos crónicos y los estratos sociales más desprotegidos”.

El sector sanitario es uno de los estratos que se tienen que replantear sus contenidos. Otro sería el de los economistas -que habrán de poner el foco en las consecuencias derivadas y desconocidas de cerrar la actividad de un país al menos un mes-, o el de las ingenierías y las telecomunicaciones, con necesidades apremiantes que cubrir y con la docencia virtual y el teletrabajo generalizado como logros desconocidos hasta ahora. Sin olvidar a los grados de Comunicación, “ya que los medios deben entender que las noticias que emiten pueden ser la única fuente de información para una parte de la población en tiempos convulsos y eso conlleva un extra de responsabilidad”.

Todas estas titulaciones se imparten en la Universidad y debe ser la institución académica, a juicio del experto, la que lidere estos cambios, “tanto en lo que se refiere a la formación como en plantear los retos para mejorar la calidad de vida”.

Comportamiento post crisis

En cuanto al modo de actuación de la sociedad una vez que se levante el confinamiento, Canca, con larga experiencia en la Unidad de Calidad del Hospital Costa del Sol, opina que se volverá a los comportamientos habituales, “pero con más recelo”. Es decir, nos volveremos a saludar con dos besos, “pero al llegar a casa del supermercado o directamente de la calle, nos lavaremos las manos y desinfectaremos con más frecuencia”.

En conclusión, las medidas preventivas se deben seguir aplicando, tanto ahora como en un futuro, mientras que los cambios llegarán de la mano de la investigación del virus que ha causado esta debacle mundial y de la formación para afrontar las consecuencias sociales, económicas y sanitarias de la pandemia.

Vivimos ‘tiempos inexperimentados’, según el termino acuñado por el filósofo Emilio Lledó, pero la prevención y la planificación quizá contribuyan a afrontar los retos que se presenten en el futuro.

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