Icebergs: efecto antártico en el clima global

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Los icebergs de la Antártida activaron el mecanismo para que se produjeran las glaciaciones de los últimos 1,6 millones de años.

El 14 de abril de 1912, un iceberg causó el hundimiento del Titanic y provocó una de las catástrofes marítimas más conocidas de toda la historia reciente. Por aquel entonces, quizás una pequeña parte de la población mundial conocía la problemática que suponen estas enormes masas de hielo a la deriva, capaces de causar estragos por allí por donde van.

Hoy día, parte de la comunidad científica está pendiente de otra gran catástrofe natural que puede producirse si, como todo parece indicar, el enorme iceberb A-68 impacta contra las islas Georgias del Sur, un pequeño archipiélago ubicado al Este de la zona austral de América, un lugar prístino, que ofrece un espacio natural único en nuestro planeta y que para la comunidad científica es un laboratorio a cielo abierto, para estudiar la vida natural no alterada por la acción humana.

A-68, un macro iceberg a la deriva

El A-68 se separó de la plataforma Larsen C, en 2017. No es el iceberg más grande de todos los tiempos, este honor lo ostenta el B-15, pero sí es la masa de hielo flotante más grande actualmente, con una superficie de 5.800 km2, algo mayor que la provincia de Cantabria.

Este enorme iceberg está provocando graves cambios; por cada lugar que pasa, altera las condiciones climáticas de las zonas adyacentes, ya que contribuye a que descienda la temperatura del agua con todas las consecuencias que conlleva cambios de este tipo. Por el momento, se trata de una acción a escala regional, más que nada, porque la temperatura actual de los océanos y el ambiente cálido reinante de la Tierra le impediría llegar más hacia el Norte y mezclarse con las aguas del Atlántico.

Una legión de icebergs alterarían las corrientes oceánicas

Si miles de icebergs llegaran mucho más al norte podrían llegar a afectar las corrientes oceánicas que distribuyen el calor por todo el planeta y provocar un impacto tremendo a nivel global. Estas corrientes oceánicas son las que permiten que Europa tenga un clima relativamente cálido, mucho más, por ejemplo, que la costa Este de Estados Unidos que, a pesar de estar a una latitud similar, padece un clima mucho más frío.

Podría, incluso, iniciarse un nuevo periodo glaciar, tal y como ocurrió en las glaciaciones registradas en los últimos 1,6 millones de años.

Glaciaciones iniciadas por la acción de icebergs

Un equipo internacional ha descubierto que todas las glaciaciones de ese periodo tuvieron un rasgo en común: una descarga masiva de icebergs que llegaron hasta las cercanías de Suráfrica desde la Antártida, un paso imprescindible para activar el proceso que da lugar a las glaciaciones planetarias.

Según describen en un artículo publicado en Nature, la fusión de los icebergs puso en marcha los mecanismos para el comienzo de periodos de enfriamiento global. El investigador del Instituto Andaluz de Ciencias de la Tierra, Francisco J. Jiménez Espejo, explicó a Nova Ciencia que este trabajo viene a confirmar la influencia de la Antártida en el clima de la Tierra. “Se sabe desde hace mucho tiempo que cuando disminuye la radiación solar que llega a la Tierra se produce una época glaciar, pero no se conocían bien los mecanismos”, afirma este investigador del Instituto Andaluz de Ciencias de la Tierra (IACT), perteneciente al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universidad de Granada (UGR).

Influencia de la radiación solar en que los icebergs lleguen más al norte

En el momento en el que baja la insolación que recibe la Tierra, principalmente por cambios en su órbita, los icebergs llegan más al Norte, en zonas cercanas a Suráfrica, y se derriten en zonas que no son habituales. “Toda esa masa de agua que se derrite afecta a la circulación termohalina del Atlántico, que es lo que da pie a una glaciación. Porque gran parte de la masa y energía de la Tierra se mueve por las corrientes marinas, que son las grandes termorreguladoras”, explica Jiménez Espejo.

En el actual periodo interglaciar, los icebergs tienen un recorrido mucho más corto. Cuando se desprenden del continente helado van girando alrededor del continente antártico, hasta llegar a la Península Antártica que es donde la mayoría se desplaza al interior del océano y se acaban derritiendo. Esto implica un flujo enorme de agua dulce y fría desde la Antártida hasta la zona de Suráfrica, donde se encuentra una corriente muy cálida, la corriente de Agulhas, dando lugar a un frente muy marcado en las temperaturas marinas.

Al cambiar la zona donde se derriten los icebergs se altera la formación de aguas profundas y a la de liberación o acumulación de CO2 en los océanos. El hecho de que esos icebergs se derritieran mucho más al Norte redujo la circulación termohalina global y provocó que el CO2 se fuera acumulando en los océanos dando lugar a un debilitamiento del “efecto invernadero” en el planeta, otro factor que contribuyó a que se desencadenaran las glaciaciones en el pasado.

Historia conservada en los sedimentos de los fondos marinos de Sudáfrica

Este equipo internacional en el que participa el investigador del IACT descubrió este fenómeno al analizar los sedimentos depositados en los fondos marinos del entorno de Sudáfrica. Allí se dieron cuenta de que había rocas que no son propias de la zona, sino de la Antártida, y que eran depositadas allí por los propios icebergs cuando se fundían. Estos fragmentos rocosos permitieron reconstruir la evolución de los icebergs y la edad de los eventos se determinó a partir de variaciones en las fauna de fósiles marinos llamados foraminíferos.

“El calentamiento oceánico puede hacer que las trayectorias y la forma en la que se derriten estos grandes icebergs cambien en el futuro, afectando a las corrientes y, por tanto, al clima y a la validez de los modelos que se usan para predecirlo”, explica este investigador. Por ejemplo, este calentamiento de los océanos contribuiría a que, en caso de que se diera una nueva reducción de la insolación de la Tierra, los icebergs no llegarían tan al Norte como en épocas pasadas y no se desencadenarían los mecanismos que dan lugar a un periodo glaciar.

En la actualidad, el calentamiento global ya comienza a alterar la distribución del calor en el Atlántico. Un ejemplo se encuentra en la desembocadura del río San Lorenzo, en la costa Este de Estados Unidos. El deshielo del Ártico hace que bajen aguas muy frías hacia esta zona, que se ha convertido en el único lugar del planeta al que el calentamiento global le ha traído un clima más frío. “Esas aguas más frías están afectando y puede que afecten todavía más a la Corriente del Golfo, que es la encargada de calentar Europa. Si esta corriente se interrumpe, todo el norte de Europa sería todavía mucho más frío de lo que es”, apostilla Francisco J. Jiménez Espejo.

Esta investigación ha puesto sobre la mesa que la influencia de la Antártida sobre el clima global es mucho mayor de lo que se pensaba hasta ahora, y que el calentamiento global traerá cambios profundos para el clima de este planeta.

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