Felipe de Neve: desde Bailén para fundar la ciudad de Los Ángeles y otras grandes ciudades de California

Artículo de José Miguel Delgado Barrado. Catedrático de Antropología, Geografía e Historia de la Universidad de Jaén.

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De las 10 ciudades más pobladas de Estados Unidos, cuatro fueron fundadas por españoles. Entre ellas, Los Ángeles (la segunda ciudad más poblada de USA tras Nueva York), San Antonio, San Diego y San José. Dos de ellas, Los Ángeles y San José fueron fundadas por Felipe de Neve, nacido en Bailén en 1724 y gobernador español de Las Californias, actualmente California (EE. UU.), Baja California y Baja California Sur (México) en 1774.

«Nosotros, los americanos aún no hemos aprendido realmente nuestros propios antecedentes…. Para la identidad compuesta estadounidense del futuro, el carácter español suministrará algunas de las partes que más se necesitan…”.

“… Yo mismo siempre he tenido la sensación de que una de las mayores carencias de los americanos de este país […] es el desconocimiento de la influencia, la exploración y el desarrollo españoles bajo los que vivió el Suroeste de Estados Unidos durante el siglo XVI. Por desgracia son demasiados los americanos que creen que América fue descubierta en 1620, cuando los primeros colonos llegaron a mi propio estado, y se olvidan de la formidable aventura que tuvo lugar durante el siglo XVI y principios del XVII en el Sur y Suroeste de los Estados Unidos….”.

Las citas de Whitman en 1883 y del discurso de J. F. Kennedy del 24 de diciembre de 1961 avanzaban la idea del reconocimiento de la presencia española en Estados Unidos. Kennedy, sin embargo, al citar los siglos XVI-XVII dejaba huérfano el siglo XVIII, precisamente cuando se reactivó la exploración, control y dominio de los españoles, por ejemplo, en California.

Reconocimiento de la influencia española y del papel de Felipe de Neve

En la actualidad, el presidente Joe Biden, habilitó nuevamente la versión en español de la página web de la Casa Blanca, eliminada por su antecesor Donald Trump, y ha incluido en su equipo de gobierno a funcionarios de origen latino. Lo español vuelve a sonar en Estados Unidos y, por ello, merece la pena retroceder a la Norteamérica del siglo XVIII en clave española, recuperando, en este caso, la figura de Felipe de Neve, y su influencia en el futuro control y dominio de California durante el periodo español.

D. Felipe de Neve, según el Diccionario de la Real Academia de la Historia, nació en Bailén, villa del reino de Jaén, en una fecha indeterminada de 1724, y falleció en Peña Blanca, en México, el 21 de agosto de 1784. Todas estas fechas y lugares necesitan de aclaraciones y precisiones que, por ahora, no vamos a escrudiñar. Lo importante es que Felipe de Neve ha pasado a la historia por su cargo de gobernador de las Californias el 28 de octubre 1774.

De familia militar y al servicio burocrático de Felipe V, de origen más hidalgo que noble o aristocrático, como algunos autores señalan, Felipe de Neve se forjó en los campos de batalla en Europa y América. Fue en América donde logró alcanzar los puestos más altos de su escalafón: posteriormente al gobierno de California en 1782 fue Comandante Inspector de las Provincias Internas; el 15 febrero de 1783 Brigadier General; y, por último, el 12 agosto 1783 obtuvo el puesto de Comandante general de las Provincias Internas.

Felipe de Neve, «uno de los grandes administradores de la historia colonial española»

Sin embargo, su carrera militar se complementó con una fulgurante “cursus honorum” en la administración. Esta faceta, bien conocida, le sirvió para ser reconocido como “uno de los grandes administradores de la historia colonial española”, y que tuvo tres hitos señalados: el informe del 29 diciembre de 1778 a Teodoro de Croix, por entonces comandante de las provincias internas; la redacción del Reglamento provisional de las Californias del 1 junio de 1779, pero que funcionó de facto desde 1781: y el definitivo Real reglamento de las Californias de 1784.

El perfil de Neve compartió rasgos generales con otras figuras destacadas de los ámbitos militares y burocráticos de su época, pero su verdadero éxito fue la autoridad que ejerció para que las normas pasaran a la práctica, por lo que fue un verdadero protagonista de la acción de estado del reformismo borbónico del último tercio del siglo XVIII.

En esta faceta más política destaca una fecha transcendental para nuestra historia: el traslado de la capitalidad de California (de las “Californias”, al comprender tanto la Alta como Baja California, hoy bajo las banderas de los Estados Unidos de América y los Estados Unidos Mexicanos), de Loreto a Monterey en 1777. Era lo que podríamos denominar como “el asalto al Norte” y el inicio de una política algo más “agresiva” hacia los intentos de usurpación de rusos e ingleses desde más allá del cabo Mendocino (estas potencias estaban presionado a los españoles desde Alaska y Vancouver), hipotética línea del poder de la Monarquía de España en la costa oeste, y del control de las misiones que abastecían con sus productos a los presidios, donde estaba concentrada las escasas fuerzas militares españolas.

Estatua de Felipe de Neve en Los Ángeles.

Fundador de pueblos agrícolas en California

Dentro de este avance político, militar, religioso y comercial nos detendremos en una faceta de las acciones de Felipe de Neve, bien conocida, pero tal vez no suficientemente destacada: la fundación de pueblos agrícolas. Hasta la llegada de Neve a California el proceso de colonización se sustentaba en la práctica clásica del dominio, control y aprovechamiento del territorio en base a presidios, misiones y ranchos. No todos estos procesos han sido estudiados por igual, pero tenemos suficiente masa crítica. Desde Monterrey, Neve no sólo tenía que controlar el norte, hasta el territorio conformado por la bahía de San Francisco y el cabo Mendocino, sino el sur, hasta el enclave que había sido pionero y bastión del territorio desde el siglo XVI, San Diego.

Pues bien, intentando un equilibrio inestable fue promotor de la fundación del Pueblo de San José de Guadalupe entre el 20-29 de noviembre de 1777 y, más tarde, con la experiencia de esta fundación, que recogió en el informe a Croix y, posteriormente, en los sucesivos reglamentos para el gobierno de California, la fundación de la Puebla de la Reina de los Ángeles del río Porciúncula el 4 de septiembre de 1781.

Felipe de Neve fundó San José y Los Ángeles

En realidad, tanto San José como Los Ángeles, denominación actual de estos pueblos ahora ciudades emblemáticas, fueron ideados para fundarse al unísono. Así lo señalaba Felipe de Neve en el informe a Croix del 6 de junio de 1777: “Vuestra excelencia mande reclutar cuarenta o sesenta hombres de campo y de ejercicio labradores, para que pueblen los referidos parajes, o bien se dividen en dos, que serán el río de Santa Clara [San José] y el de la Porciúncula [Los Ángeles]”.

Las fundaciones cumplían varios objetivos y, todos ellos, principales: el abastecimiento de alimentos a los presidios como San Francisco, Monterrey y Santa Bárbara; la búsqueda de la autosuficiencia sin necesidad de adquirir los productos de las misiones; la defensa, en caso de ataque, de indígenas o potencias extranjeras enemigas; y, por último, potenciar el camino español por tierra, habida cuenta de las dificultades de remontar desde San Diego a la bahía de San Francisco por vía marítima, por los vientos contrarios y las espesas nieblas.

Los avatares de la historia, fundamentalmente la falta de medios materiales y de hombres disponibles, desbarató el plan, si bien se procedió a la fundación de San José pocos meses después del informe. La fundación de San José tiene un gran número de protagonistas y reparto de papeles: su ejecutor fue el teniente José Joaquín Moraga, bajo el mandato del virrey Antonio María de Bucareli y Ursúa, pero las instrucciones fueron de Felipe de Neve, como gobernador de las Californias.

Placa que recuerda la primera ubicación de la ciudad de San José.

Las ubicaciones de San José y Los Ángeles, condicionadas por las inundaciones

Neve redactó en el informe unas breves instrucciones sobre la ubicación precisa del pueblo, cerca de la misión de Santa Clara y del río Guadalupe, fundamental para la saca de agua, tanto para el abastecimiento humano como para el riego de cultivos y consumo de ganados. Pero sobre el mismo río advirtió uno de sus graves problemas, ya que: “demuestran sus tierras ser muy pantanosas en años de aguas y en tal caso serán poco útiles para labores de trigo, no es así la parte opuesta por lo que la considero más ventajosa, se ignora si tiene avenidas como el impulso de sus corrientes en tiempo de aguas, y éstas son como parece grandes”.

La elección del sitio de la inicial ubicación de San José en 1777 se trasladó, por el desbordamiento del río Guadalupe, en 1797 hasta el actual Down Town de San José. Del primer pueblo sólo queda un Landmarks, una piedra conmemorativa oficial de dónde estaba ubicado, un aparcamiento y un solar perteneciente a la oficina del Sheriff.

La fundación de la puebla de Los Ángeles del río Porciúncula fue, como hemos señalado, incluida junto a San José en el informe de 1777, donde se especificaba que: “A tres leguas de la Misión citada [de San Gabriel] se halla el Río de la Porciúncula con mucha agua fácil saca para uno y otro margen y hermosas tierras en que puede aprovecharse toda…”.

Sin embargo, el documento más directamente vinculado con esta fundación es el reglamento de 1779. A partir de entonces ya aparece mencionada en la documentación el pueblo o puebla de Los Ángeles, aunque su fundación oficial no se formalizase hasta el 4 de septiembre de 1781. Es decir, fue una fundación por acumulación de presencia de soldados y diversas oleadas de colonos.

Los Ángeles, totalmente ordenada por Neve y orientada para evitar los vientos desérticos

En esta ocasión todo quedó reglamentado. El pueblo de Los Ángeles tendría una plaza de 200 x 300 varas, es decir, más larga que ancha, y orientadas sus esquinas a los cuatro puntos cardinales. Una esquina estaría orientada al norte, haciendo una forma de rombo, con el objetivo de evitar la entrada de los temibles vientos desérticos de oeste. Los espacios principales serían la plaza y las calles, que partirían las principales del medio de los lados y las otras desde las cuatro esquinas, de dos a dos. Los solares ocuparían 20 varas de ancho por 40 varas de largo; y las suertes 200 por 200 varas, que era aproximadamente la extensión suficiente para recolectar una fanega de maíz.

La dimensión del pueblo, es decir, de los solares, estaría dictada por el número de suertes de tierra: “… tantos solares como cuantas suertes de tierras alcance el beneficio del riego”. La distancia entre el pueblo y las tierras sería de 200 varas. Entre suerte y suerte, delimitada por estacas de madera, habría un margen divisorio, y en el repartimiento se atenderían los criterios de proporción y equidad, además que en los primeros sorteos se alternarían las suertes de cada poblador.

En la parte de oriente de la plaza se ubicarían la iglesia, las casas reales y oficinas públicas. El resto de los lados de la plaza estarían ocupados por las casas de los pobladores. Las suertes se repartirán equitativamente entre 2 de regadío y 2 de secadal, más la parte de los propios del pueblo y las tierras realengas, que servirán como tierras para los futuros nuevos colonos.

Placa conmemorativa con los nombres de los primeros colonos de Los Ángeles.

Infraestructura hidráulica para atender las necesidades de la población y la agricultura

A eso se sumaba la saca de agua del río por medio de un molino y dos acequias, una acequia madre, la principal, para abastecer al pueblo; y una acequia secundaria para regar las huertas y cultivos. Todavía quedan vestigios de la acequia en Los Angeles State Historic Park y en la Plaza Olvera hacia Union Station.

La explotación de la tierra fue asignada a los habitantes del poblado Yangna. Localizar la ubicación del poblado Yang-na (Yangna) o Yabit perteneciente a la tribu Tongua o Tonga es complejo, ya que en la actualidad no quedan restos arqueológicos. Y, sin embargo, esta ubicación, es fundamental para la decisión de los españoles del emplazamiento definitivo del pueblo de Los Ángeles y el aprovechamiento de sus tierras.

La aldea Tonga, llamada Yabit por los españoles, estaría localizada respecto al pueblo “casi encima de ella…”, según Kelsey, o cerca del actual Civic Center, según Bowman; o también cerca de la actual Aliso Street, según la información que facilita Los Angeles State Historic Park (LASHP).

Cambios de ubicación y falta de colonos

San José como Los Ángeles evolucionaron, aunque tuvieron graves dificultades. Recordemos, San José se trasladó a una nueva ubicación; por otro lado, ambos no recibieron el número de colonos prometidos; los periodos de sequías se alternaban con malas cosechas; hubo oposición de los padres misioneros y sus superiores por la proximidad de los pueblos a las misiones; existen fases cronológicas donde la documentación se pierde y parece que los pueblos desaparecen; etc.

Sin embargo, resistieron y durante el periodo mexicano prosperaron ligeramente, hasta la llegada del control norteamericano donde se convirtieron en enclaves geo-estratégicos de singular valor. San José fue capital de California en 1850 y actualmente forma parte del Silicon Valley; y Los Ángeles se ha convertido en una de la megalópolis más reconocida a nivel mundial.

Artículo de José Miguel Delgado Barrado. Catedrático de Antropología, Geografía e Historia de la Universidad de Jaén.

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