«Seguimos sin estar preparados para los cambios que se necesitan, porque el mayor cambio es de filosofía de la docencia»

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¿Cómo se ha adaptado la Universidad de Almería a la docencia on line? El vicerrector de Postgrado, Empleabilidad y Relaciones con Empresas e Instituciones, Juan García, cuenta en esta entrevista cómo ha sido el proceso y el trabajo realizado previamente, que lo ha facilitado todo.

¿Estaba la universidad preparada para pasarse al formato online de la noche a la mañana?

No. Nadie está preparado para hacer cambios radicales de la noche a la mañana, y no hablo solo de lo tecnológico. Dicho esto, la UAL estaba en mejores condiciones que otras, por su tamaño y por su doble apuesta por las infraestructuras TICs y sus decisiones estratégicas en la docencia virtual en los últimos años. Además, el rector anticipó decisiones en el ámbito de las TICs y docencia, de hecho constituyó un grupo de seguimiento del Covid-19  dentro del  Consejo de Dirección el 6 de marzo, además se reforzaron servidores y se diseñaron estrategias para el aula virtual. Eso nos permitió que el mismo 16 de marzo, se impartiera un buen número de clases en formato de teledocencia sin grandes problemas achacables a  nuestra infraestructura.  Un dato, antes de esta crisis, la UAL ya ofertaba como complemento a TODAS sus asignaturas, un curso virtual en la plataforma de docencia virtual, el profesor que no lo había utilizado solo tuvo que asomarse a esa ventana y encontrarse con sus estudiantes.

¿Qué cambios se están introduciendo en las asignaturas para ajustarlas a este formato?

Fundamentalmente adaptaciones en el formato de impartir la docencia, las tutorías, el seguimiento del estudiante  y el tema estrella, la evaluación, que es la cuestión  que más debate suscita. Pasar una asignatura que no estaba pensada para un entorno virtual a ese formato y además en un tiempo muy limitado y pretender que además, el  estudiante y el profesor lo acepten, no es fácil. Pero desde la flexibilidad de todos los implicados en cuanto a los tiempos de teledocencia, tareas adicionales, ajustes de temarios y sobre todo la implantación de un sistema de evaluación continua con un menor peso  del examen único, son las herramientas deseables para cerrar este curso con éxito, teniendo en cuenta que solo es un semestre de los 8 que tiene un grado. En máster, la incidencia es menor, porque hay mayor tradición de contenidos semipresenciales y porque el volumen de estudiantes es menor, aunque los másteres más experimentales y algunos más numerosos han tenido que abordar cambios o retrasar algunas prácticas.

Por último, el  tema de prácticas curriculares y trabajos fin de estudios se ha tenido que replantear. En el caso de las prácticas, con alternativas telemáticas o con planteamientos sustitutorios en seminarios, estudios de caso, etc. Los trabajos fin de grado y máster, en muchos casos, se están replanteando a trabajos menos empíricos o se ha retrasado y también se ha ajustado su presentación a formato online.

 ¿Qué se está aprendiendo de toda esta experiencia?

Si hacemos similitudes con crisis recientes, en medio de ellas se dicen que se van a cambiar muchas cosas y luego no se hacen.  Este caso, no iba a ser distinto, se dice que la docencia va a cambiar, que esto no tiene marcha atrás, etc. Aunque suscribo muchas de las cuestiones que se plantean, creo que seguimos sin estar preparados para los cambios que se necesitan, porque en contra de lo que puede pensarse, el mayor cambio no es tecnológico sino metodológico y de filosofía de la docencia, tanto por el estudiante como por el profesor, e incluso por el personal de apoyo.

Al igual que se habla de transformación digital en las empresas o en la estructura administrativa de la universidad, tiene que haber una de igual dimensión en la docencia, que combine adecuadamente los cambios tecnológicos y metodológicos y que se forme en ese sentido a estudiantes y profesores

¿Cómo llegar a ese cambio de mentalidad?

Como universidad pública o incluso en el sistema educativo público en general, se tendrá que asegurar que todos cuentan con los medios adecuados para el seguimiento de docencia no presencial y que los sistemas de comunicación pueden soportar todo ese nuevo soporte virtual. Haciendo una similitud con la sanidad, nos hemos confinado porque no tenemos capacidad de atender enfermos en picos muy elevados de pandemia y además nos faltaban equipos de todo tipo, no todos los profesionales sabían cómo enfrentarse al virus y los ciudadanos no sabían cómo prevenir o no daban la suficiente importancia al contagio. En docencia virtual es algo parecido, aunque teníamos recursos, no estábamos preparados para una amplia generalización de los mismos o para adaptarlos a otras situaciones como la evaluación, además no todo los docentes estaban formados para ello y los estudiantes en algunos casos no disponen de las condiciones técnicas o simplemente están adaptados a otras formas de docencia.

¿Qué serie de prácticas se podrán implantar en próximos cursos?

Hay cosas que ya veníamos haciendo y que habrá que reforzar desde el punto de vista de innovación docente, que es formar a los profesores en la semipresencialidad y con refuerzos para pasar a formatos online llegados el caso. Hay que reflexionar  y realizar experiencias de innovación docente sobre los sistemas de evaluaciones de las competencias y resultados de aprendizaje del estudiante, tanto desde el punto de vista metodológico (p.e. evaluación continua, sistemas de tutorización, tipo de clase, trabajo autónomo del alumno, etc.), estructural (p.e. ratio estudiante/profesor,  tipo de grupos, etc,)  como desde lo tecnológico (p.e. recursos de examen online) o jurídico (p.e. normativa sobre protección de datos, identificación en exámenes online, etc.)

Después de lo ocurrido este año, ¿se puede plantear ofertar grados online como ya hacen otras universidades o como se realiza en estudios de master?

Antes de lo ocurrido este año, ya estaba en nuestros planes trabajar en la oferta de grados semipresenciales o directamente no presenciales. La idea era en paralelo con algunas enseñanzas que ya se imparten.

También hay otra cuestión relacionada con la asistencia a clase, ¿esta experiencia ayuda a replantear la formación universitaria y dedicar las clases más a contenidos más experienciales o prácticos?

En España, en general en todos los niveles educativos, incluida la Universidad, hay un exceso de clases presenciales. De hecho ha habido  un cierto desprestigio de la enseñanza online, aunque en realidad el formato no importa, debe ser un cambio de metodología, hay enseñanza online de calidad y presencial de no tanta. Una asignatura, un grado o un máster, sea presencial u online lo que importa es la metodología de aprendizaje y para ello hacen falta las dos partes, el docente y el discente, para hacer que las clases sean más de hacer o complementar lo que no está en los  libros o en la red. Para ello, se requiere un esfuerzo por parte de estudiante y del profesor, ese pacto, acompañado de los cambios estructurales, es lo que podría generar un verdadero cambio de metodología docente y sistemas de evaluación. Poco importaría ya el entono en el que se diera, presencial o virtual.

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