¿Son los vapeadores buenos para la salud?

    Analizando el fenómeno del cigarro eléctrico para comprobar sus virtudes y defectos.

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    Empezaron siendo una moda que plagó las calles de locales especializados en su venta, y poco a poco se han ido normalizando para convertirse en una alternativa al tabaco tradicional. Por supuesto, hablamos de los cigarros electrónicos o vapeadores, la propuesta que quiere acabar con el cigarro tradicional.

    Un producto que plantea soluciones, pero que lleva estando en tela de juicio desde su concepción. Cuenta con tantos defensores como detractores porque, aunque plantea una vía más saludable que fumar tabaco normal, sigue siendo fumar.

    Podemos encontrar muchos cigarros electrónicos distintos en el mercado, destacando propuestas como los modelos de esta comparativa. Pero lo especialmente interesante de ellos no es el aparato en sí, sino el líquido que se combustiona para generar el vapor que se inhala y se expulsa.

    ¿Por qué? Porque gracias a esta sustancia las personas pueden abandonar el tabaco tradicional y llevar una vida más sana. También, porque es el principal elemento que se analiza cuando se trata de buscar algún perjuicio para la salud en su uso.

    Cómo ayudan a los fumadores a dejar el tabaco: lo bueno y lo malo del vape

    Lo primero que hay que destacar sobre el vapeo o sobre fumar con cigarro electrónico es que, en efecto, puede ayudar a un fumador a dejar los cigarros convencionales. De hecho, su principal premisa y mayor atractivo es que, en efecto, se puede emplear como terapia para abandonar la nicotina poco a poco.

    Para ello, solo hay que mirar a la capacidad de personalización de este producto. Cualquier persona puede elegir toda clase de sabores para su vapeo, de hecho, incluso pueden elaborar la sustancia comprando los ingredientes adecuados.

    A raíz de eso, se pueden comprar diferentes líquidos para vapear con diferentes porcentajes de nicotina. De este modo, aunque se respira un aire que cuenta con una composición diferente a la habitual dados los componentes que se reúnen en él, se consigue ir reduciendo paulatinamente el tabaco que se fuma.

    El fumador, en lugar de enfrentarse a una especie de terapia de choque al dejar por completo los cigarrillos, puede realizar una transición suave. Con el paso del tiempo, puede ir reduciendo las cantidades de nicotina hasta llegar al punto de que su vape no cuente con ningún resto de esta sustancia en su interior.

    Además, poder combinar toda clase de sabores hace que también se pueda abandonar poco a poco el aroma y el sabor del cigarrillo tradicional. Aunque lo peor de este es la nicotina y todos los adulterantes que generan adicción, a través del vapeo la actividad de fumar se convierte en algo ligeramente distinto.

    De hecho, se abre todo un mundo de posibilidades con diferentes sabores y opciones que permiten al fumador ir dejando atrás el modelo del tabaco tradicional. Se encuentra con algo mucho más amplio y atractivo, lo que además puede facilitar que poco a poco vaya desviando su atención de esa nicotina que tanta adicción genera.

    Con todo esto, el vapeo ayuda al fumador a dejar el tabaco de forma progresiva. Aunque es algo que se amolda de forma única a cada persona, porque esta adicción depende de muchísimos factores, en la mayoría de casos consigue que, quienes quieran dejar el cigarro de toda la vida, puedan hacerlo sin problemas.

    Otro factor en el que ayuda considerablemente es en el económico. Un fumador con cierta antigüedad puede fumar unos 10 cigarrillos al día, lo que aproximadamente se traduce en unos 70 euros al mes ya que un paquete de tabaco suele oscilar los 5 euros de precio.

    Con este hábito, el coste anual en tabaco puede ascender perfectamente a los 840 euros. Y eso, sin mencionar casos de personas que pueden fumar un paquete entero al día, en cuyo caso hablamos de un gasto anual de más de 1.500 euros.

    Con el cigarrillo electrónico es cierto que se hace una primera inversión más elevada, ya que el aparato puede costar desde 30 hasta 70 euros. Sin embargo, los líquidos para vapear suelen ser unos botes de 50 ml a un precio de menos de 20 euros; o de 10 ml a unos 4,5 euros.

    Un bote pequeño puede usarse durante toda una semana, lo que implica hablar de unos 18 euros al mes o menos de 220 euros al año. Comparado con lo que cuesta el tabaco, la ventaja es obvia para el fumador de vape. El ahorro es enorme, y eso también hace mucho a su favor a la hora de dejar el tabaco tradicional.

    ¿Tienen efectos negativos sobre la salud?

    No hay base demostrable para afirmar que el vape es malo para la salud. De hecho, la organización de profesionales de cigarrillos electrónicos ha tenido que tomar medidas en más de una ocasión frente a campañas realizadas en contra del sector.

    Hasta la fecha, se han dado casos de personas que han tenido problemas pulmonares y otras dolencias tras usar estos productos. Sin embargo, estudios posteriores han demostrado que siempre ha sido a raíz de usar sustancias de procedencia dudosa y sin haber cumplido las normativas necesarias.

    Bien es cierto que al vapear se puede producir cierta sequedad o irritación en la garganta, sobre todo en las primeras tomas de contacto. En algunas personas pueden darse episodios de tos y otras manifestaciones.

    Pero son pocos casos. Sobre todo, son casos de personas que no han fumado antes y, por lo tanto, no están acostumbradas a inhalar un aire con densidad y composición distinta.

    Es cierto que los cigarros electrónicos utilizan sustancias con una composición química en la que hay sitio, en ocasiones, para elementos dañinos. Propilenglicol, saborizantes y otros componentes pueden inflamar el sistema respiratorio del usuario. 
    No obstante, desde una perspectiva general, el daño siempre es menor que el que genera fumar el tabaco tradicional. De hecho, se formula tanto como alternativa a este debido a que el impacto es mucho menor en la persona. Bien dosificado y controlando el uso, sus efectos pueden ser nimios en una persona.

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