Julio Camarero: «La sucesión de sequías está acabando con la capacidad de recuperación de los bosques»

Por Adriana Sánchez Ferre.

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Pinar en la Sierra de María (Almería).

Los bosques del Sureste pierden su capacidad de recuperación debido a las sequías tan frecuentes y virulentas de las últimas décadas. El investigador del Instituto Pirenaico de Ecología, perteneciente al CSIC, Jesús Julio Camarero, ha liderado un estudio sobre la resiliencia de los bosques españoles y llama la atención sobre la situación alarmante de los bosques de la región Sureste

Este trabajo se ha realizado sobre 502 bosques y once especies de árboles diferentes. Liderado por el CSIC, la investigación ha contado con la colaboración de las universidades Pablo Olavide y de Jaén. Y para recabar los datos se han usado imágenes de satélite y estudios de los anillos de los árboles.

¿Cuál ha sido el objetivo de este estudio sobre las masas forestales?

Aquí cuantificamos la capacidad que tienen los bosques ibéricos de recuperarse tras sequías importantes y viene de trabajo que llevamos desarrollando hace tiempo viendo como crecen los árboles y cómo responden al clima e interesados en estos eventos climáticos extremos de sequía porque supone que cada vez es más frecuente, más severa, con aumento de temperaturas y esto haría más vulnerables a ciertos bosques frente a estas adversidades climáticas nuevas.

También hemos comprobado que muchas veces hay casos de mortalidad de bosques o decaimiento, etapas acentuadas donde muchos árboles mueren en épocas de sequía, no en forma de bicho sino de sequía, nos interesaba ver esta capacidad de recuperación de los bosques. Hicimos este estudio para la España peninsular y Baleares.

¿Qué metodología ha seguido la investigación?

Elegimos el periodo entre los años 80 hasta la actualidad por dos razones; porque había varias sequías muy severas en este periodo; 1986, 1994-1995 y 1999-2005, y porque es el periodo donde teníamos disponibilidad de imagines de satélite que nos permite estimar la frondosidad de las copas con el índice NDVI. Nosotros usamos esa variable y, por otro lado, utilizamos los anillos de crecimiento; estudiamos la dendrocronología, que es el estudio de los anillos de crecimiento. Entonces, comparamos la frondosidad de copas con el crecimiento en forma de madera y, posteriormente, vimos cómo respondía estas dos variables a estas sequías tan severas.

Esto lo hicimos en muchos sitios donde teníamos disponibles los datos satélites y los datos de campo sobre los niveles de crecimiento, que llegan mucho más atrás en el tiempo, incluso varios siglos atrás, dependiendo de la edad del árbol. Por otra parte, esto lo hicimos en muchos bosques de la España peninsular con un ambiente climático muy amplio, desde el seminario sureste del pino carrasco de Almería, Murcia o Alicante hasta los ambientes más húmedos en los que pueden entrar Cantabria o Galicia con las hayas. Tenemos un ambiente climático, topográfico y geográfico muy amplio; los bosques de España pueden ser un resumen de los bosques europeos, mucha variabilidad temática de especies y tipo de bosques.

Con estas variables o herramientas lo que hicimos fue cuantificar la resiliencia, la capacidad de estos bosques de aguantar el crecimiento frente a la sequía y de recuperarlo después de la sequía.

¿Qué ideas pueden desarrollarse tras este proyecto?

Tenemos dos radiantes muy marcados y muy distintos; por un lado, tenemos los bosques del semi-árido del sureste que lo que muestran es una gran resistencia a la sequía, es decir, son capaces de perder poco crecimiento y recuperarse rápidamente; sin embargo, las frondosas zonas húmedas serían las más resistentes, pierden poco crecimiento pero no son buenas para recuperarse, en contraposición a las zonas semi-áridas. Esto dos radiantes muy claros nos llevan a pensar que esto se podría llevar a escalas globales e incluso usar modelos que profundicen en los mecanismos de los árboles para explicar por qué hay estrategias de adaptación tan distintas entre los bosques. Además, hemos observado que en los bosques secos del seminario del sureste hay una tendencia negativa a la resiliencia, es decir, a medida que hay sequías más severas estos pierden capacidad de recuperación y esto sería una pregunta muy interesante para desarrollar otro estudio.

¿Cómo ayudan la estrategias de adaptación?

En primer lugar, para tratar de hacer proyecciones de los bosques para ver cuáles son los más sensibles a los aumentos de temperatura, los factores climatológicos más extremos… y esto serviría para manejarnos mejor y poder hacerlos más adaptables o menos vulnerables ante este cambio climático mediante gestión, manejo de clareos, introducir nuevas especies o buscando poblaciones más resistentes a la sequía; en definitiva, analizar bosques que nos den todas estas posibilidades. Además, con nuestros resultados podemos establecer predicciones probabilísticas de la situación de los bosques y los escenarios climáticos del siglo XXI.

De cara al futuro ¿cómo afectará esto?

La multifuncionalidad de los bosques es tremenda, regulan los ciclos del agua, del carbono, del nitrógeno… y son el centro de la biodiversidad; la pérdida de esto llevaría a perder otros ecosistemas con otro tipo de biodiversidad. Acabaríamos teniendo otro tipo de paisaje o cambios en los tipos de especies; el cambio podría ser más o menos rápido, pero al final también la sociedad elige el tipo de paisaje que quiere en algunas circunstancias.

Las organizaciones que han colaborado en la investigación.

Aquí en general hay mucho trabajo; se han mostrado 502 bosques, 11 especies y el trabajo ha estado liderado por el CSIC, aunque han colaborado muchas otras organizaciones españolas; entre ellas la Universidad de Pablo de Olavide en Andalucía, que ha provisto toda su experiencia en los trabajos de dendrocronología de los bosques andaluces más importantes.

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