Niños y adolescentes son más sensibles a la radiación ultravioleta que puede causar daños en los ojos

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La Universidad de Alicante recomienda proteger a nuestros pequeños del sol. Hay que tener en cuenta que llegan rayos ultravioleta suficientes (la radiación más energética) a la superficie terrestre como para causar quemaduras de piel y complicaciones oculares en estructuras como la retina y la córnea, a pesar de que la mayor parte de la radiación nociva que proviene del sol es absorbida por la atmósfera. La mejor manera de protegerse es el uso de una buena gafa de sol que «debe poseer el marcado con el sello de la Comunidad Europea (CE), puesto que ello indica que respeta la normativa europea”, señala desde el Departamento de Óptica, Farmacología y Anatomía de la Universidad de Alicante, David Piñero.

Además, no se debe olvidar que la gafa es un elemento importante para la salud visual y, por tanto, su adquisición debe estar supervisada por un óptico- optometrista. “Esto último es importante para evitar el uso de filtros y elementos supuestamente protectores que se publicitan usando un alarmismo injustificado y que se venden hasta en supermercados. En muchos casos se indica la posibilidad incluso de supuesta “ceguera” en su hijos si no se usan ya que proporcionan protección no sólo del sol sino de un supuesto daño por la luz azul de pantallas y dispositivos electrónicos”, insiste Piñero. Hasta la fecha, añade el experto, la evidencia científica existente “no revela que dicho daño se pueda producir ya que la luz emitida por pantallas no es lo suficientemente intensa como para generar los efectos reportados a nivel experimental en modelo animal en algún estudio. Por lo tanto, protección pero sin obsesión”.

En lo que se refiere a la protección de la radiación solar, hay que prestar especial atención a la protección de los ojos frente al sol desde junio hasta agosto ya que es la temporada y las horas donde el sol se encuentra en la mejor posición para hacernos llegar sus rayos ultravioletas.

“La radiación ultravioleta es un factor de riesgo para nuestros ojos y produce un efecto acumulativo que podría desencadenar en algún caso en problemas en los fotorreceptores, mala visión de forma progresiva, alteraciones del campo de visión, alteraciones de la piel que rodea al globo ocular, degeneraciones retinianas, o la aparición de un pterigión, tejido que invade la córnea. El desarrollo de pequeñas pecas en el iris ha demostrado ser un potencial biomarcador de presencia de daño solar crónico ocular”, explica el investigador de la UA.

Filtros de las categorías 2 y 3

Los niños y niñas son sobre todo sensibles a esta radiación, puesto que el cristalino resulta muy transparente hasta la adolescencia. En estos casos son necesarios filtros de mayor protección. De acuerdo con la normativa europea sobre gafas de sol, los filtros de protección solar se clasifican en cinco categorías, del 0 al 4. En niños, es recomendable el uso de filtros de las categorías 2 y especialmente 3, y de lentes y varillas muy resistentes.

“A pesar de que es necesaria una protección, hay que tener en cuenta que la radiación solar en el niño es necesaria para mantener los niveles de vitamina D y los ritmos vitales del niño. La elección de las características del tipo de luz trasmitida por el cristal y, por tanto, que llega al ojo puede afectar al proceso de supresión de la melatonina, una hormona liberada por el sistema endocrino y que regula muchas de las funciones corporales, sobre todo en el sistema reproductivo, el impulso sexual, el crecimiento y el estado de ánimo. Por tanto, la cuestión no es filtrar por completo la radiación solar, sino filtrar lo necesario para evitar daño y no alterar la función vital del niño”, afirma David Piñero.

Existen filtros solares con las propiedades adecuadas para proporcionar la protección que necesita un niño, siendo necesario siempre tener en cuenta el grado de filtración y el marcado CE para comprobar que es un producto homologado. En caso de productos que ofrecen remedios milagrosos y protecciones alarmistas, advierten desde la UA, “es necesario consultar si existen estudios científicos que lo avalen o se trata de una mera estrategia comercial”.

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