La EEZA dona doce ejemplares de Antílope Mohor y seis Gacelas Cuvier a la Reserva Zoológica de las Guardas de Sevilla

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Ejemplares de gacela Couvier en la Estación Experimental de Zonas Áridas de Almería.
Ejemplares de gacela Couvier en la Estación Experimental de Zonas Áridas de Almería.

La Estación Experimental de Zonas Áridas, instituto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en Almería, amplía la red de núcleos zoológicos que colaboran en sus Programas de Cría en Cautividad de especies de ungulados amenazados o en peligro de extinción. La Reserva del Castillo de las Guardas, en la provincia de Sevilla, recibe hoy 12 ejemplares de Antílope Mohor y 6 de Gacela de Cuvier. Comienza así su colaboración con el CSIC en tareas de conservación de este importante patrimonio natural que casi ha desaparecido de sus áreas originales de distribución en el norte de África.

Los primeros individuos del Antílope Mohor llegaron a Almería en 1971. Cuatro años después, en 1975, vinieron las primeras Gacelas de Cuvier. Desde entonces las poblaciones de ambas especies han sido gestionadas genética y demográficamente hasta alcanzar un número de individuos que permite asegurar la supervivencia de las especies, al menos en cautividad. Para alcanzar este objetivo ha sido primordial la colaboración de diferentes núcleos zoológicos en España, Europa e incluso Norteamérica. Bajo la supervisión y gestión de investigadores del CSIC en Almería, estos núcleos zoológicos comparten y facilitan la tarea de conservación de estas especies que el CSIC tiene encomendada.

VEINTITRÉS NÚCLEOS ZOOLÓGICOS

En la actualidad 23 zoológicos europeos colaboran con el CSIC manteniendo grupos del Antílope Mohor y de la Gacela de Cuvier. Esta lista se ve ahora incrementada con la participación de la Reserva del Castillo de las Guardas en Sevilla en ambos programas de cría.

La distribución por distintos núcleos zoológicos de los individuos incluidos en los diferentes Programas de Cría en Cautividad es la práctica más habitual y efectiva para asegurar la supervivencia de las poblaciones cautivas.

“Las razones son varias: la dispersión geográfica hace que la variabilidad genética de los individuos se mantenga en niveles más elevados que si están todos los individuos en un mismo lugar; por otro lado, ante una posible infección o enfermedad local, no todos los individuos se verán afectados, aumentando la probabilidad de supervivencia de algunos de ellos”, explica el Jefe de Servicio de la Finca Experimental la Hoya y coordinador del Programa Europeo de Cría en Cautividad del Antílope Mohor, Gerardo Espeso Pajares.

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