Estudian la capacidad de secuenciar fonemas a partir del ‘habla inversa’

Los resultados podrían ayudar a comprender mejor algunos trastornos neurológicos como la afasia, así como identificar nuevas dianas terapéuticas para dirigir tratamientos como la estimulación cerebral no invasiva. El ‘habla inversa’ es la capacidad de producir oraciones invirtiendo el orden de los fonemas de palabras y oraciones sin modificar su identidad.

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Un equipo de investigadores internacionales, entre los que se encuentra María José Torres Prioris, docente vinculada al Área de Psicobiología de la Facultad de Psicología de la Universidad de Málaga e investigadora del Instituto de Investigación Biomédica de Málaga (IBIMA) en la Unidad de Neurología Cognitiva y Afasia, ha llevado a cabo un estudio centrado en los procesos de secuenciación de fonemas desde una perspectiva neurocientífica.

El trabajo, publicado recientemente en la revista Scientific Reports-Nature, se centra en el análisis de la extravagancia lingüística conocida como habla inversa, es decir, la capacidad de producir oraciones invirtiendo el orden de los fonemas (unidad fonológica mínima) de palabras y oraciones sin modificar su identidad. Así, en lugar de decir “buenas noches”, dicen “nasbue chesno”. Esta habilidad se da por ejemplo en La Laguna (Islas Canarias, España), donde se ha llegado incluso a pedir a la UNESCO que la declare como “patrimonio cultural inmaterial”.

Los ‘habladores inversos’, para los expertos que firman el artículo, tienen gran interés científico porque su habilidad “informa sobre los procesos de secuenciación de fonemas, un mecanismo lingüístico poco estudiado desde una perspectiva neurocientífica”. En concreto, la secuenciación de fonemas es un aspecto indispensable del habla ya que posibilita diferenciar palabras e incrementa las posibilidades comunicativas del lenguaje al permitir numerosas estructuras a partir de un mismo grupo de elementos.

Los investigadores han estudiado, por un lado, a dos sujetos que tienen esta habilidad altamente desarrollada y cuya lengua nativa es el español. Uno de ellos era un ingeniero de 43 años, que desarrolló esta capacidad a los 14, y el otro era un fotógrafo de 50 años que empezó a hablar de forma inversa sin esfuerzo a los 8. Por otro lado, se ha analizado a un grupo de control con características sociodemográficas similares, pero sin la aptitud del habla inversa.

A partir de esta muestra se diseñaron tareas conductuales para valorar la capacidad de producir palabras tanto de forma ordenada como inversa y obtuvieron, también, un análisis cerebral. “Los habladores inversos tenían una capacidad superior a la del grupo control en tareas que requerían volver a secuenciar fonemas, pero no cuando se requería repetirlos en el mismo orden. Demostramos que estas ventajas no se explican por mejores habilidades de memoria de trabajo, lo que sugiere que es una capacidad específicamente lingüística”, aclara Adolfo García, codirector del Centro de Neurociencias Cognitivas (CNC) de la Universidad de San Andrés, investigador del CONICET (Argentina) y Atlantic Fellow del Global Brain Health Institute (GBHI) de la Universidad de California en San Francisco (UCSF), Estados Unidos.

Pero la clave de la investigación radica en los resultados de los correlatos neuronales. Según detalla Torres Prioris, los hablantes inversos “presentaban mayor volumen y conectividad no solo en regiones asociadas normalmente al procesamiento de fonemas, la llamada vía dorsal del hemisferio izquierdo, sino también en otras regiones cerebrales que participan en procesos de control cognitivo”. Asimismo, otro hallazgo en este sentido ha sido ver que las regiones cerebrales que presentaron esas particularidades “no eran idénticas en ambos habladores inversos, lo cual señalaría que se pueden lograr niveles similares de desempeño con recursos neuronales diferentes entre los sujetos”.

Este trabajo tiene, además, implicaciones clínicas: “Hay muchos trastornos, como algunos tipos de afasia, que se caracterizan por un déficit en estos mecanismos de secuenciación y que llevan a la trasposición fonémica. Estudiar estos procesos nos sirve para identificar nuevas dianas terapéuticas o tratamientos de estimulación cerebral no invasivos”, apostilla la investigadora de la UMA.

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