El programa Erasmus como puerta de acceso al mundo laboral

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 Tamara Hernández Pagán durante su estancia Erasmus en Opole.
Tamara Hernández Pagán durante su estancia Erasmus en Opole.

Una estudiante de la Facultad de Ciencias de la Empresa, Tamara Hernández Pagán, ha batido récords de movilidad internacional en la UPCT, completando cuatro experiencias Erasmus y el tope de 12 meses de disfrute por ciclo de educación superior de este programa europeo.

Tras estudiar y hacer prácticas laborales en Polonia y Portugal, la alumna de la Universidad Politécnica de Cartagena ha conseguido un empleo, aún antes de graduarse, en el departamento de recursos humanos de la filial lusa de Bosch.
 
La alumna de la Politécnica hizo en 2015 y 2016 estancias de tres meses en las ciudades polacas de Bialystok y Opole y ha pasado los dos últimos veranos realizando prácticas en Oporto y Aveiro para las empresas Moldtrans y Outglocal Consulting, a raíz de las cuales ha conseguido su primer empleo en la capital portuguesa trabajando para la multinacional alemana. “Todas mis experiencias en el extranjero han dado sus frutos, por lo que no puedo estar más feliz”, asegura la estudiante.

Satisfacción a todos los niveles

“Cada Erasmus ha sido especial. Conoces muchísima gente, aprendes nuevas culturas, otras formas de ver la vida”, explica Tamara Hernández. “A nivel personal, es incalculable lo que te hace madurar y hacerte a ti mismo. A nivel formativo, es un aprendizaje constante, adaptándote a nuevas formas de hacer las cosas”, cuenta. “Y durante las prácticas me han tratado como una más de la plantilla, ha sido maravilloso”, resume la estudiante de la UPCT.
 
La alumna, que realizará a distancia el Trabajo Fin de Grado que le resta para concluir sus estudios en la UPCT, ha conseguido con sus estancias en el extranjero dominar los idiomas inglés y portugués. “A mi primer Erasmus llegué sin saber decir nada, porque desde el instituto no tocaba el inglés, pero eso cambió radicalmente”, rememora.

«Una experiencia que queda en el corazón»

 Para Tamara, lo mejor del Erasmus, “la gente que conoces, que durante un tiempo son tu familia y algunos se quedan en tu vida para siempre”, hace que lo  más duro sea volver. “Es una sensación difícil de explicar. La vida que has tenido durante un semestre entero y a la que te acostumbras muy rápido se termina de un día para otro.  Dejar a esas personas atrás es lo más doloroso”, reconoce.
 
En parte, porque el programa Erasmus genera miles de parejas internacionales. “Es una locura, siempre salen parejas de diferentes lugares. A mí personalmente me encanta cuando veo que gente que se conoció en mi primer Erasmus a día de hoy siguen unidos y continúan la relación en la distancia, o bien han tomado la decisión de vivir juntos. Es algo que se vive muy intensamente y que si tienes la oportunidad de vivirlo, no lo olvidas jamás. Es una experiencia que se queda para siempre en el corazón”, describe.

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